IRIS
Alfonso Sánchez Ortega
Mientras tanto, nuestro planeta
nos está soportando desde siempre, todos nuestros devaneos. Pero nuestra
Tierra, tiene demasiadas ocupaciones, mucho más importantes que las nuestras,
que no le permiten desviaciones, ni distracciones, ni ligerezas, ni
imprudencias… ni errores. Pese a cualquier otra cosa que pueda suceder en otro
lugar, tal vez extremadamente importante para algunos, la Tierra no nos podrá
pedir perdón si se confunde en algo. No hay cabida a errores…
… la Tierra tiene que
trasladarse a 30 Km/seg alrededor del Sol y éste se mueve a 215 Km/seg dentro
de la Vía Láctea, arrastrando todo el Sistema Solar con él. Incluso nuestra
galaxia Vía Láctea gira sobre sí misma a la velocidad de 965.000 Km/hora y ahora
mismo se está dirigiendo a unos 270 Km/seg en dirección a la galaxia de
Andrómeda, la más cercana a nosotros, con la que chocará dentro de unos 4.000
millones de años, ahí es nada, a menos que sucedan alteraciones que lo impidan,
quizá por algún desvío, que se pudiese dar en cualquiera de ambas galaxias, o
tal vez en las dos. Algo tendrá que ocurrir. De lo contrario será el final para
nuestro Sistema. Debería darnos todo esto algo en qué pensar ¿por qué somos tan
engreídos siendo tan diminutos e insignificantes?
Hagamos una pequeña reflexión:
sin entrar en las variaciones de la gravedad —fuerza de atracción hacia el
interior de cada astro— en los diferentes lugares. ¿Cuánto puede pesar la
Tierra? ¿Y todos los planetas del Sistema Solar, más el propio Sol? Todo ello,
junto con todos los demás cientos de sistemas de la Vía Láctea, quizá miles,
tal vez incontables, dentro de los millones de estrellas ¿cuánto puede pesar
todo ello? Y sin embrago todo el Sistema Solar se mueve y se desplaza. Solamente
estamos considerando el Sistema Solar ¿qué tal si consideramos todo el
Universo?
Y se está moviendo todo a la
vez de manera continua y sincronizada. No cabe en nuestra mente comprender muy
bien, cómo es que toda esa materia tan inmensa, girando y avanzando en el
espacio… sin mencionar el resto, los millones de astros, sistemas, galaxias, en
movimiento continuo… millones de millones de astros como la Tierra, que es
nuestra referencia, siendo ridículamente tan pequeña… ¿Puede haber algo más
grande? ¿No es envidiable ese sincronismo en materias tan inmensamente grandes?
Las galaxias, tienen
innumerables conjuntos de sistemas que están físicamente en equilibrio en su
interior. Las galaxias, siempre son las mismas, se miren desde donde se miren.
Salvo alteraciones que se puedan producir, siempre catastróficas. Las
constelaciones, no. Las constelaciones dependen del punto de vista desde el que
se miren. Si miramos desde la Tierra, Orión tiene una imagen que podemos ver en
el cielo, pero si nos trasladásemos por ejemplo a Neptuno, Orión ya no se vería
igual. Si nos fuésemos a Marte o a Júpiter, también se vería diferente. Depende
del lugar de visión, que hace variar las distancias. Las constelaciones son
imágenes de estrellas y sistemas, que no están en un mismo plano, pero que
vemos como si tal plano fuera así desde nuestro punto de vista en la Tierra,
como si estuviesen ahí formando realmente esas figuras que vemos. Hemos de
tener muy en cuenta, que como decimos, si cambiamos el punto de vista, las
constelaciones ya no se ven igual. Ya no serían las mismas constelaciones.
Solamente son un efecto óptico. Una ilusión visual de algo que, tal como las
vemos, sólo existen como imagen visual, dependiendo exclusivamente del lugar
desde el que se miren. Simplemente son un enorme ejemplo, de una manera relativa
de ver las cosas.
Como hemos comentado un poco anteriormente,
las medidas de las distancias, de las masas, de los volúmenes y del tiempo, que
hemos inventado los hombres, son medidas definidas por los humanos, para medir
todas nuestras pequeñas cosas de nuestro alrededor y nuestros insignificantes
desplazamientos. Son medidas diminutas, tal como nosotros lo somos, comparando todo
con el Universo.
Esto es algo tan evidente, que
con solo pensar un momento en ello, se nos bloquea la mente con las distancias,
las masas, los volúmenes y los tiempos. ¿No es grandioso? ¿No entra un poco de
vértigo… si tratamos de ver las cosas desde otro lugar que no sea la Tierra?
Podemos hacer una prueba y darnos un viaje hasta allí, es un buen ejercicio
mental tratar de hacernos una idea de cómo desde Júpiter se puede ver la
constelación de Orión, que indudablemente, no se verá como la vemos nosotros
desde nuestra Tierra.
Ya que hemos escrito Júpiter,
aunque es un cuerpo gaseoso, es muy grande, pesa y mucho. Tiene un volumen más
de 1.300 veces más grande que la Tierra. Se dice pronto, pero no es tan fácil y
rápido de asimilar, ese volumen tan enorme… Sin embargo, es el astro con mayor
velocidad de traslación de todo el Sistema Solar. Y nuestro Sol, es aún mucho
más grande que Júpiter, mil veces más, lo que nos cuesta mucho poder hacernos
una idea. El Sol, en definitiva, tiene un volumen 1.300.000 veces más grande
que la Tierra. Solamente estamos entrando a comparar tamaños de nuestro planeta
con los del Sistema Solar. Si entrásemos en comparaciones con otros astros
fuera de nuestro Sistema, entonces encontramos cuerpos celestes millones de
veces más grandes que nuestro propio Sol. No es preciso memorizar estos
valores, porque podemos encontrarlos en cualquier documentación al respecto. Lo
importante es comprender las diferencias de las proporciones. Los humanos somos
tan pequeños… que deberíamos tener suficiente sólo con esto, para que nuestra
estupidez y nuestra arrogancia se nos borrase de nuestra forma de ser.
La Tierra tiene que seguirse
inclinando 23 grados respecto de su vertical. Ni más, ni menos. La
Luna afecta a las mareas en la Tierra de tal forma que el agua que cubre
nuestro planeta se mueve por ello. Ese movimiento a su vez, anima a la rotación
de la Tierra, uno de sus cinco movimientos, contando también el de Traslación,
el de Precesión de los Equinoccios, el de Nutación y el de Bamboleo de
Chandler.
La interacción mutua entre la
Tierra y la Luna, está provocando que la Luna, se vaya alejando de la Tierra a
una velocidad de 3,78 centímetros cada año, y el roce de las aguas sobre los
fondos oceánicos poco a poco se va haciendo más lento, provocando junto con la
reducción de la fuerza de la gravedad, la disminución de la velocidad de la
rotación terrestre en unos 2 milisegundos por siglo.
Si el movimiento de rotación de
la Tierra disminuye, también lo hará el de traslación alrededor del Sol.
Echando unos pequeños cálculos, esto ha supuesto que hace unos 900 millones de
años, un año de la Tierra tenía 481 días y de 18 horas cada día, lo que tiene
un significado muy importante si lo comparamos con los tiempos que emplea hoy.
Esto sí que es una desaceleración.
La atmósfera de la Tierra se
formó a partir de los gases emitidos por su actividad volcánica y se mantiene
atrapada en el mismo lugar, por la fuerza de la atracción gravitacional. A
veces se oye una vez más el rumor de que una mariposa que remonta el vuelo en
Japón, influye en toda la atmósfera del globo, creando perturbaciones en el
clima en lugares muy lejanos. Esto es así, debido al carácter no lineal y
caótico de la atmósfera.
Nuestra atmósfera de todos los
días, está compuesta por un 77% de nitrógeno, un 21% de oxígeno y el resto es
una mezcla de agua, dióxido de carbono y algo de argón, que varían en su
cantidad según la presión consecuente de las diferentes alturas. Esto es lo que
respiramos y lo que nos permite vivir aquí, hasta una altura límite de unos 11
Km desde la corteza, aunque desde casi los 8 Km, la pequeña disminución de
oxígeno y aumento del nitrógeno, comienza a hacer nuestra respiración muy
complicada. Pero con no ir allí…
El dióxido de carbono —anhídrido
carbónico—, que desde sus principios había en la atmósfera, elevaba la
temperatura de la corteza de la Tierra hasta unos 35ºC como media.
La disminución hasta su ausencia, del dióxido de carbono en la atmósfera, haría
que en un momento dado, los océanos se congelasen y nuestra vida, tal como la
concebimos sería imposible. El aumento, por el contrario —como actualmente ya
está sucediendo—, irá progresivamente aumentando la temperatura de la atmósfera
sobre la Tierra, descongelando los océanos que irán cubriendo tierras en
proporción y creando alteraciones en el clima atmosférico por el calor en
ascenso, produciendo en la corteza de nuestro planeta, desertizaciones, que
irán disminuyendo las zonas habitables y aniquilando la vida animal y vegetal.
Y todo ello, tan enorme en sus
dimensiones, busca el acomodo para permanecer en equilibrio. El actual
crecimiento progresivo del contenido de dióxido de carbono en la atmósfera está
produciendo una elevación de la temperatura ya peligrosa, hasta que llegue a un
límite inadmisible de soportar por nuestra vida. No debemos preocuparnos, ya
estamos en marcha y pronto lo conseguiremos. Somos unos valientes y unos chulos —“Dicho de una persona de
carácter agresivo, basto y belicoso, macarra, rufián, de gusto vulgar y hábitos
incultos”—, porque nos terminaremos autodestruyendo. Todo por “el progreso” del
hombre. Como anillo al dedo. Qué divertido ¿verdad?
Mientras tanto nosotros
tratamos continuamente de estudiar y diseñar una y otra vez el arte de cómo
engañar más y mejor a los demás, creando un nuevo marketing basado en el cartón
y en el cristal, de manera que jugando con ellos como envases con sus etiquetas,
ocultamos de forma desproporcionada, el verdadero contenido de una crema o una
colonia, de manera que se entrega un gran envase con un minúsculo contenido, incluidos
no obstante en gran proporción, los parabenes,
que son añadidos químicos, insecticidas, bactericidas y fungicidas, que se incluyen
a precio de colonia, crema o producto alimenticio, y que astutamente, todavía
no existe el término en los diccionarios. Pese a que esté ampliamente demostrado
que son muy nocivos y altamente cancerígenos.
Aunque parezca algo simple o
con escasa importancia, da una idea perfecta del estudio de cómo manipular y vender
las necesidades de las personas.
Todo esto es nuestro mundo. Todo,
maravillosamente sincronizado. Nosotros, nuestras cosas, lo de por aquí alrededor
nuestro, y todo lo que tenemos… por ahí afuera. Deberíamos ser un poco más
conscientes de lo grande, inmenso y maravilloso que es todo el conjunto de
elementos que nos acoge. Y todo funciona en un orden tal, que prácticamente no
hay cabida a errores.
Y
nosotros los humanos, que somos minúsculos granitos de polvo cósmico, nos es
imposible guardar algo de equilibrio. Lo estamos haciendo mal. Sí. Nosotros
cometemos muchos errores. Los cometemos todos, incluso los mismos de una manera
repetitiva, una y otra vez, sin descanso. Pero por favor, mientras pensamos y
nos hacemos conscientes de aprender a hacer las cosas bien, dentro de nuestro
natural despiste, no nos dejemos manipular por otros para su riqueza personal o
corporativa a nuestra costa.